Don Froylán Bruno De La Pinta Fundador De La Casa Grande De Piña De Campos En 1772
Aunque los primeros asentamientos, en lo que hoy día es el término de Piña de Campos, daten de muy antiguo, la primera vez que tenemos noticia de un núcleo poblado con este nombre es en un documento de la milenaria abadía de Husillos. El escrito está dado en Carrión el 4 de Mayo de l l58; en él, el rey Sancho III "El Deseado" confirma las donaciones realizadas por sus antepasados a la iglesia de Santa María de Husillos. Entre lo donado figura:
"Sanctam Eugeniam de Pinia".
Pero la mayor importancia de esta población la podemos situar a partir del siglo XV, cuando comenzó a ser señorío de los Marqueses de Aguilar.
Durante el reinado de Enrique IV "El Impotente" (1454-1474) don Pedro Ruiz de Reinoso y su esposa doña María Herrera, señora de Piña y Manquillos, venden a don Juan Manrique de Lara, Conde de Castañeda, Chanciller Mayor de Castilla, Señor de Aguilar y de otros muchos lugares, su villa de Piña de Campos; de esta forma, pasará a engrosar las posesiones de la familia Manrique.
Un hijo de don Juan Manrique de Lara, llamado don García Fernández Manrique, será el primer Marqués de Aguilar por nombramiento de los Reyes Católicos en premio a sus muchos méritos. Con la concesión de esta dignidad, la villa de Piña entrará en el Marquesado de Aguilar.
El sexto Marqués de Aguilar, don Juan Luis Fernández Manrique de Lara, nació en Piña, villa de la cual era señor, en una magnífica fortaleza que sus antepasados habían construido y en la que residían habitualmente. De esta fortaleza-palacio procederían los escudos heráldicos del marquesado de Aguilar que hoy día existen en varias casas de Piña. Como ha sucedido en numerosas ocasiones, las fortalezas abandonadas fueron las canteras de las cuales los vecinos sacaban piedra para construir sus casas.
Al morir sin descendencia el séptimo Marqués de Aguilar, pasará el titulo y posesiones a su hermana, doña Antonia Manrique de la Cerda, dama que también nació en Piña.
Desde que doña María Herrera vendiera la villa hasta la supresión definitiva de los señoríos, por ley del día 2 de Febrero de 1873, Piña siempre se mantuvo dentro del Marquesado de Aguilar.
Fue en el transcurso del año 1718, siendo XII Marqués de Aguilar don Mercurio Antonio López Pacheco y, por tanto, también señor de Piña, cuando nació don Froylán Bruno de la Pinta García, concretamente el día 7 de Octubre. Fue bautizado el día 18 del mismo mes y año por el cura y presté de la parroquial de San Miguel Arcángel, don Carlos Quijano. Era hijo legítimo, en primer matrimonio, de don Francisco de la Pinta Lanchares y doña María García Muñoz, siendo sus padrinos don Diego de la Pinta, primo carnal de don Francisco, y la esposa del primero, doña Jacinta Quintero. En ese mismo año de 1718 fueron confirmados por el obispo de Palencia, don Francisco Ochoa: Tomás, Francisco, Casilda, Ambrosio, Micaela y Manuel de la Pinta García, hermanos de don Froilán; el primogénito, don Miguel, lo había sido con anterioridad.
Con el transcurrir del tiempo llegará, don Froylán, a ser licenciado, presbítero y beneficiado de presté en la villa de Piña de Campos. También conocemos como el 17 de Julio de 1757 era el abad de la cofradía de Nuestra Señora de la Asunción.
El 26 de Enero de 1761 otorgará testamento don Ambrosio de la Pinta Lanchares, tío carnal de don Froylán como hermano de su padre, entre sus mandas deja estipulado que su sobrino, don Miguel de la Pinta García, celebre cincuenta misas por las almas de su difunta esposa, doña Ana Fernández Quintero, y por las demás que tiene obligación de rogar. También dispone que sean sus albaceas y testamentarios don Francisco de la Pinta Fernández, su hijo, quien era presbítero y capellán, don Froylán de la Pinta García, su sobrino, y Gaspar Gallardo, su yerno. Por último nombra como sus universales herederos a Francisco, Ambrosio, Pablo, Tomás, Bernarda, Ana, Gabriela y Josefa de la Pinta Fernández, sus hijos, primos-hermanos de don Froylán.
El 19 de Abril de 1762, don Froylán, otorga poder al padre don Manuel Iturriaga, prior general de la Orden Premostratense en el convento de San Norberto de Madrid, para que le represente ante la Junta o Tribunal del excusado y, en su nombre, pida la revocación de la elección realizada, el día 2 del presente mes de Abril, por don José Cueto, de la casa de su hermano don Miguel. Alega, don Froylán, que tanto él como su hermano son beneficiados, por lo cual están libres de pagar diezmo; sobre esto, habían tenido otro litigio con el deán y cabildo palentino, pero continuaban gozando del privilegio. La segunda razón aportada, nos suministra un dato muy interesante; aduce que tanto él como su hermano viven en la misma casa y que don Froylán es el que lleva el peso y manejo de la hacienda de ambos, a pesar de continuar siendo dos heredades diferenciadas. La razón es que su hermano mayor tiene mucha edad y está enfermo, motivo por el que dejó a pensión el beneficio de Calbarrasa. Por último defiende que en el pueblo existen otras casas excusadas que producen mayor beneficio que la que ellos ocupan.
El 15 de Marzo de 1764, otorgará testamento don Miguel de la Pinta García, hermano de don Froylán, quien había sido presbítero, cura y beneficiado del lugar de Calbarrasa de Arriba, además de arcipreste del partido de Peña Rey, en la diócesis de Salamanca. Ahora moraba, junto a su hermano don Froylán, en Piña y era capellán en la ermita de Nuestra Señora de la Piedad, extramuros de la villa, lugar donde elige ser enterrado, en la capilla de San Pedro. Era también capellán de la obra dotada y fundada por Rodrigo Román de Santillana, además de vicario.
Entre las mandas de su testamento deja: cincuenta misas para que sean dichas por su hermano don Froylán, cincuenta por su primo don Francisco de la Pinta y otras tantas por su sobrino don Manuel Salomón Pinta.
Como principal manda, estipula que se funde un vínculo y aniversario perpetuo; para ello, hipoteca una serie de propiedades, la primera de las cuales es la mitad de la casa en que al presente vive, que es partija con su hermano don Froylán, y está sita en el Arraval de la villa, límite con la casa de su hermano y con la calle que va a las bodegas.
El primer heredero del vínculo y aniversario fundado por don Miguel será su hermano don Froylán, a la muerte de éste, se hará cargo don Tomás, el tercer hermano, y si éste muriese, pasará a don Joseph de la Pinta Esquibel, presbítero beneficiado de la parroquial de San Miguel, residente en Madrid, y después de sus días recaiga el vínculo en Cipriano de la Pinta Martínez, su sobrino, estos dos últimos hijos de su hermano Tomás. Si ninguno de los dichos tuviere sucesión, se recurrirá a la línea de su abuelo paterno, Miguel de la Pinta, y sino a la de su abuelo materno, Juan García.
En otra manda deja una viña a Eugenio de Cieza Pinta, su sobrino, además de una cama de ropa. También se acuerda en su testamento de su hermana Micaela, quien era religiosa en el convento de la Concepción de la villa de Olmedo.
Nombra por sus testamentarios a sus dos hermanos, don Froylán y don Tomás de la Pinta García. Siendo, el primero, su heredero universal.
Del testamento del mencionado don Miguel de la Pinta fue mandado sacar traslado, por el doctor don José de la Pinta Esquibel, heredero universal de don Froylán como se verá, el 8 de Agosto de 1791.
El 11 de Octubre de 1771, Tomás de la Pinta García, confiesa haber realizado testamento ante Fulgencio Matanza el 31 de Agosto de 1767 y quería añadir, para descargo de su conciencia, que por los cuidados que le ha prestado su hija Olalla de la Pinta, soltera, la manda dos mil doscientos reales de vellón. En el citado testamento, por cierto fechado el día 30 y no el 31, el por entonces alcalde ordinario de Piña de Campos, don Tomás de la Pinta García, manda ser enterrado en la iglesia parroquial de San Miguel, en la tumba que dotó su difunto hermano don Miguel, en la cual estaba sepultada su mujer, Cecilia Martínez, si esto no pudiera ser, en la que se halla inhumado Alonso de Tovar.
Dispone se le haga entierro mayor al que asistirán curas y beneficiados, además de dos días de honras. Deja una manda de trescientas misas rezadas, a repartir de la siguiente forma: doscientas por su alma que se han de rezar en San Miguel por curas y beneficiados. Las restantes se han de decir por quien ordene su hermano don Froylán; veinticinco por el alma de sus padres, otras tantas por las almas de Ana Callado, Juana Vélez Esquibel y Cecilia Martínez Mojano, sus difuntas esposas. Las cincuenta restantes por penitencias mal cumplidas.
Cuenta que cuando caso con su tercera mujer, los bienes raíces estaban gravados con tres censos: uno en favor de la obra pía de la villa de Carrión, otro en favor de la obra pía de Población y el tercero a favor de la obra pía de don Gonzalo Santos de Terán de la villa de Piña de Campos; los cuales ascendían a un total de cuatro mil novecientos catorce reales y fueron redimidos durante el matrimonio con la dicha Cecilia, con la que tuvo unos bienes gananciales valorados en tres mil reales de vellón.
A su hija, Olalla de la Pinta, la deja toda la ropa de vestir, tanto suya como de su madre, Cecilia Martínez, una ropa de cama completa (madera, pajero, colchón, dos sábanas, dos almohadas y cubierta) y todas las alhajas de oro y plata que tiene en el arca. El 11 de Octubre de 1771, cuando realiza la mejora del testamento, añadirá los mencionados dos mil doscientos reales.
A su hijo Cipriano Martínez le da toda su ropa, un corte de vestido de paño fino que deja en el arca y trescientos un reales con seis maravedíes para cuando se case.
Manda, a su hijo don José de la Pinta, presbítero beneficiado en la parroquial y confesor en el Real Convento de Santa Isabel de Madrid, mire por sus hermanos.
Nombra por sus albaceas y testamentarios a su hermano don Froylán Bruno de la Pinta y a su hijo don José de la Pinta, siendo, este último, su heredero universal juntamente con Teresa de la Pinta Esquibel y Olalla y Cipriano de la Pinta Martínez hijos de su postrera mujer.
La última vez que le vemos ejerciendo como alcalde ordinario de la villa de Piña es el 16 de Diciembre de 1767. El 14 de Febrero del año siguiente ya aparece un nuevo alcalde ordinario, seguramente su abandono se produjo por enfermedad, pero no morirá don Tomás de la Pinta García hasta poco después del 11 de Octubre de 1771, fecha de la mejora de su testamento en favor de su hija Olalla, pues a la hora de realizar la firma, que suele ser muy clara, es la letra bastante temblorosa.
En el año 1772, cuando contaba don Froylán 54 años y poseía y gobernaba su hacienda y la de sus dos hermanos ya difuntos, concluirá la obra de su vida: una hermosa y enorme casa solariega que con el paso del tiempo se conocerá como "La Casa Grande".
Sabemos que se trata de esta casa, hoy magníficamente restaurada y acondicionada, porque cuando don Miguel de la Pinta García funda, por testamento, un vínculo y aniversario perpetuo, lo hace hipotecando una serie de bienes, entre los que se menciona la mitad de una casa que comparte con su hermano. Los límites de dicha casa coinciden con los de la Casa Grande; además se puede comprobar todavía como la casa fue partija, pues la fachada principal muestra la fecha 1772, año en que don Froylán la reformó, una vez que sus hermanos habían muerto. La parte trasera de la casa, la que da al Camino de las Bodegas, muestra la fecha 1760 y es la mitad que perteneció a don Miguel.
En el año 1768, don Froylán estuvo en serio peligro de muerte, sería poco después cuando adquirió la totalidad de la Casa Grande, para ello liberó la parte que su hermano, don Miguel, había hipotecado para fundar un aniversario perpetuo, pagando 60.000 reales de vellón.
El día 28 de Julio de 1794, cuando aún no había cumplido los 76 años de edad, otorgará su testamento ante don Fulgencio Matanza, escribano del número de la villa de Piña de Campos. Dos días después morirá don Froylán Bruno de la Pinta, beneficiado de presté en la iglesia parroquial de Piña de Campos, después de haber recibido los Santos Sacramentos.
Con anterioridad, el 26 de Marzo de 1768, estuvo don Froylán en serio peligro de muerte, tanto que dictó testamento; la firma, en él, corrobora, con su práctica ilegibilidad, que la cosa fue bastante seria. La diferencia entre ambos testamentos es notable, sobre todo en la manda de las misas. Sí queremos hacer notar que en el primero manda ser enterrado con el escapulario de San Norberto, este signo podría ser el que hoy día figura en la fachada de la Casa Grande. También añade, al vínculo fundado por su hermano don Miguel, ya fallecido, la mitad de la casa en que vivía en ese momento don Froylán, es decir la parte que le dejó en herencia el mencionado hermano, para ello se queda con toda y paga sesenta mil reales de vellón.
Muestra su primer testamento una relación bastante importante con el monasterio de Santa Cruz de la Zarza; así por ejemplo, nombra por sus testamentarios al reverendo padre fray Rafael Izquierdo, prior del mencionado cenobio, además de a su hermano Tomás, que por entonces vivía, y a don José Rojas, presbítero en la villa de Amusco.
Manda vender sus bienes y con lo que se saque hacer tres lotes iguales, uno para don Tomás, su hermano; otro para don José y doña Teresa de la Pinta Esquibel, sus sobrinos hijos de la segunda mujer de don Tomás; y el tercero para Cipriano y Olalla de la Pinta Martínez, hijos de la tercera mujer de don Tomás. Con la carga de dar a doña Miguela de la Pinta, su hermana, religiosa en el convento de la Concepción de la villa de Olmedo, ciento cincuenta reales anuales mientras viva.
Dejó dispuesto en su último testamento, ser enterrado en la iglesia de San Miguel de Piña, que se le hiciera entierro mayor, como sacerdote que era, y con estas vestiduras fue sepultado. Se le hicieron seis días de honras y dejó mandadas mil trescientas misas, mil por su alma y las trescientas restantes se habían de decir por las almas de sus padres, hermanos, parientes, amigos y bienhechores, las cuales se debían de celebrar en los conventos de San Buenaventura de Palencia y San Francisco de Carrión y de Calahorra, cien en cada uno. En todas las misas rezadas se debía de dar una limosna de tres reales. Nombró por su heredero universal a don José de la Pinta Esquivel, su sobrino, presté en la villa de Piña y confesor del Real Convento de Santa Isabel de la villa y corte de Madrid.
Según había dispuesto, fue enterrado en la iglesia parroquial de San Miguel de Piña de Campos, donde había comprado sepultura, el 15 de Abril 1757, y era primer patrón. La misma tumba en que se hallaban enterrados su padres y al lado de sus tíos: a la derecha don Santiago de la Pinta Lanchares y a la izquierda doña Alfonsa.
El beneficiario universal de la hacienda labrada por los tres hermanos: don Miguel, don Tomás y don Froylán Bruno de la Pinta, fue el hijo del segundo de ellos, don José de la Pinta Esquibel, quien residía en Madrid, él será el siguiente propietario de la Casa Grande de Piña de Campos.
Investigación realizada por el Gabinete Histórico "Mendunia".
Estado del edificio antes de la restauración